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17 agosto 2012 5 17 /08 /agosto /2012 21:23

ELIOS o EL TATUAJE DE ANTHRAX

Por Angel Busto Maneiro.

 

Capítulo primero: 

 

Has abierto el libro, puedo sentirlo, es como si la luz de esa lámpara acariciara mi piel, las páginas. ¿Sabes? He esperado mucho tiempo....a que llegaras, porque mi vida no entiende ya la espera, encerrado entre estas tapas.

Mi nombre es Roberto, Roberto Elios, Elios sin hache. Todo el mundo escribía mal mi nombre, ya ves, tan sólo una simple hache, insignificante, muda, inútil como la suerte de un moribundo, una hache que cambió mi vida, mi destino. Elios, Roberto Elios, reposante en paz entre tus dedos.

 

¿Puedes, puedes leerme? Siento tu respiración sobre las palabras de mi vida, estoy aquí, esperándote en el Tiempo, para que puedas comprenderme, para que seas capaz de odiarme, odiarme sí, pues quizás, si el destino se ha cumplido, seré el estandarte de tu propia muerte. Mas no temas, no me abandones hasta el final, tengo mucho que contarte, ¡todo!, ahora que por fín me has hallado, ahora que por fin te he encontrado.

 

 

 


 

Capítulo dos.

 

Roberto, Roberto Elios, sin hache, trabajo en la limpieza de fuentes de esta pequeña ciudad en donde me ha tocado vivir. No es un trabajo duro, pero me da lo suficiente para pagar el alquiler del apartamento, salir alguna noche a embriagar el alma, pagar el recibo de la luz y a veces, el gas de la calefacción. No hay nada en mi vida, tan solo cansancio.

 

Vivo sólo.... desde que murió Alicia no quiero a nadie conmigo. ¿me sigues leyendo, verdad? estoy convencido, debes andar con cuidado, pues pronto cambiaré de tiempo y posiblemente de escenario. No dejes el libro y si lo haces, no olvides nunca donde me aparcaste. 

 

Aparcada mi vida, como aquel maldito coche en la cuneta. Destrozada mi vida y Ella entre mis brazos. ¡La quería con toda mi alma! maldita seas mil veces, sabes que yo no tuve la culpa. Ella lo era todo para mí .... Ella era todo .... Ella era... Yo.

 

Se fué. Se fué para siempre... y con Ella todos mis amaneceres. 

Como una de mis fuentes en un anochecer de enero, mi vida se quedó atascada, congelada, sin sentido.

Desde entonces siempre fue invierno para mi vida. ¿sabes?

Fue bastante jodido vivir sin Ella, porque simplemente Ella lo fue todo, nada queda para el que nada espera, aunque a veces El Destino juega con las vidas como el viento arremolina sin sentido con las hojas en el parque.

 

Corre, corre, libre como el Rio....

que acaricia la roca sin parar....

la va convirtiendo en arena, arena fina....

acunándola suavemente la lleva,

La lleva siempre hasta El Mar.

 

Alicia 1976-2004.

 

 

 

 

 


 

Capitulo tercero:

 

Sentí en  la espalda la mañana, arisca como mis adentros, hielo en el pavimento, sol de invierno.

Ladraban los perros por algo que no supe entender, quizás el camión de la basura atascado entre dos coches en doble fila y las bocinas sonando, los niños que acudían al colegio arrastrados por aquellas siempre apresuradas madres que llegaban como siempre tarde. El autobús del Corte Inglés, esperando una vez mas a la rubia de bote, que en un postrero esprint hacía bailar sus pechos, alternos, bajo la mirada expectante y complacida del vendedor de periódicos.

Una mañana más, siempre lo mismo, la misma fuente, el mismo problema, la misma bomba que se gripaba, mi dolor de cadera. Antonio.

 

 

Antonio era su nombre, o quizás Genk, nunca se lo pregunté, había venido desde Rusia o quizás Polonia, había sido mi compañero habitual de trabajo desde que ocurrió lo de Alicia, o quizás antes, no lo sé, dios los da y ellos se juntan decían los del puesto. Era un buen tipo, nunca supe si tenia familia, mujer o hijos, nunca quiso hablar de ello, creo que llegó aquí huyendo, quizás de su propia vida. Sí .... éramos muy similares, nuestro pacto consistía en hablar poco, muy poco.... tán sólo de trabajo, intentando no escarbar en la herida uno del otro.

 

"Elios, pásame la grifa" cerrando aquel tubo de mierda que se fugaba una y mil veces.... óxido y barro, siempre el mismo problema, algo me hizo sonreir sin prestar atención, óxido y barro, igual que mi alma....."vámonos a almorzar, BOBI, ¿vienes al bar?.....

Nunca me gustó que me llamara BOBI, sólo ELLA me llamaba así…. Mis cejas se cerraron aunque él continuó imperturbale: “ahí te quedas, puedo oler el choriso frrrito desde aquí….entonses ¿no vienes?....nos vemos a las imedia en la esquina de la ONSE”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Capítulo cuatro:

 

Una destartalada furgoneta salpicó los charcos al pasar junto a mí, entonces caí en la cuenta: me había quedado sólo, a veces me pasaba, me quedaba absorto, pegado, pillado mirando algo, sin pensar en nada. Mi vida en stand-by.

Por el Paseo de la Estación bajé despacio, pidiendo permiso un pie al otro, no había ninguna prisa. Nunca almorzaba a media mañana, había acostumbrado a mi estómago a esperar hasta salir de trabajar, así que paseé por aquel recorrido que tantas veces hice con Ella.

El sol y las nubes, como jugando al escondite, mientras un ligero vientecillo me recordaba que Enero podría ser inmisericordie con los incautos.

Llegado a la estación, busqué el banco. Allí estaba, como siempre, esperándome en el tiempo. El cercanías de “idiez” hizo su entrada en la estación. Poca gente, ni jóvenes ni currantes, las horas-punta eran otra cosa, aluviones de gente de todos los usos y colores, pero a media mañana, como ahora, hasta las palomas osaban acercarse hasta el borde mismo del andén, mientras un gato perezoso sin color definido rebuscaba entre la basura acumulada en torno a la papelera del rincón.

Miré hacia el fondo, Camino de San martín, con sus olivos y sus manchas de pino. Me descansaba la vista, podría estar mirando absorto toda la mañana sin sentir pasar el tiempo, pero el nuevo tren, esta vez “eldemadríz” me incorporó mecánicamente. No sé para qué tanta prisa, al final tendré que esperar a Antonio, como siempre.

 

El cielo se había cerrado, comenzaba a chispear cuatro gotas de lluvia, pero aquel color oscuro de las nubes y sobre todo lo compacto que se estaban agrupando me instaron a apretar el paso, convencido que comenzaría a llover “en serio” antes de alcanzar la furgoneta, aparcada junto a la fuente.

 

Una pequeña carrera y alcancé la puerta, como siempre las llaves estaban en el bolsillo equivocado, abrí y saqué el chaquetón, aquella parka amarilla y con bandas reflectantes que de tantos aguaceros me había defendido.

Llovía en condiciones, esto vendría bien para desatrancar el alcantarillado, pero a mi me estaba jodiendo de lo lindo, pero ya se sabe, jajaja, nunca llueve a gusto de todos.

ONCE y media, pasados diez minutos, claro, como siempre. Antonio no había aparecido, a ciencia cierta podría decir que nunca había llegado justo a su hora, pero yo noera nadie para pedir explicaciones, a fin de cuentas, él era el oficial y yo el currito.

Los coches pasaban rodeando aquella rotonda, tan inútil como innecesaria, cuya simple y única misión era la de cobijar una fuente ornamental, aquella fuente que me reclamaba inexorablemente al menos un día por semana.

 

Apenas pude darme cuenta, el camión del reparto decidió seguir con su ruta establecida, desnudando la visión de aquella acera enfrente mía.

Allí estaba el kiosko de la ONCE y allí estaba Antonio, inmóvil, esparándome.

Bajé de la furgoneta, crucé la calle por donde no debía, a punto de patinar y de dar asombroso espectáculo de agua y de color, amarillo, claro está, en mitad de la calzada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 5.

 

“Macho, perdona, no te había visto, llevo un rato dentro de la furgoneta, pero con el camión de la cocacola ahí delante mismo, pensé que estarías aún en El Mario…¡joder, como está lloviendo!....¿qué hacemos?, ¿nos vamos para la dependencia?

¿Antonio?

Encogido, apoyado en la barandilla del kiosko, la cara desencajada, encorvado hacia a delante, no me gustó ni un pelo su aspecto.

Antonio, ¿estás bien?....¿Antonio?

Un trueno retumbó en toda la plaza, mientras la lluvia arreciaba aporreando el suelo con fuerza, mientras las aceras se despoblaban con increíble rapidez de la gente refugiándose bajo las cornisas y en los soportales.

¿Antonio?

Cayó sobre mí en un abrazo angustioso, no pude comprender nada, sus ojos frente a mis ojos se abrían desorbitadamente intentando llegar con la mirada aterrorizada. Saltó la cremallera de la Parka cuando caímos al suelo, el miedo me paralizaba las piernas, mientras mi mandíbula tiritaba loca, presa del pánico. Me estaba ahogando. Su cara junto a mi cara, derrotados como dos peces estertóreos sobre los charcos.

Conseguí liberarme, pero ya había muerto. Su mano apretando mi mano en un dolor desconocido hasta entonces.

 

¿Alicia?...¿Estás ahí, Alicia?

Se levantó el viento helado de muerte. Mi nuca se erizó hasta sentir el pánico, mientras un escalofrío recorría todo mi cuerpo.

“BOBI, BOBI, escóndelo….escóndelo”….”BOBI, cariño….”

¿Alicia?????? Mis ojos estallaron a llorar, mi boca se abrió grotesca, mientras de mis labios, sólo gemían palabras, ininteligibles balbuceos.

 

¡Alicia...estás ahí? ….

 

 

Arrodillado, angustiosamente sólo, abandonado y tirado en mitad de aquella calle de mierda, mis dedos agarrotados aferrados por aquellas manos de aquel muerto.

En un titánico esfuerzo conseguí liberarme y zafarme de aquella caricia gélida y yerma, llevando entre mis dedos un pequeño papel, varias veces doblado, como en un mensaje postrero, un epitafio de muerte, una maldición fría y eterna.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Capitulo sexto.

Recuperé el sentido en la ambulancia, Antonio había muerto, caí al vacío, mientras los ecos de millones de avispas agujereaban mis brazos .

 

………………….

 

Se fue usted a cinco de mínima. Estuvo en la línea de fuga, ¿se encuentra bien?,….¿cómo se llama?

Elios …. Elios sin hache, ¿dónde está Alicia?....¿está bien ….le ha pasado algo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo séptimo.

Recogí mi ropa y anudé la bolsa. Alguien del sindicato me había traído ropa límpia, de trabajo, pero límpia.

ONCE días, once en el hospital. Me había derrumbado, estuve a punto de morir por un puto choque anafiláctico. No tengo ni puta idea de lo que es, pero me había dejado hecho polvo.

Bajé todo el pueblo paseando despacio, no existían las prisas. Iría a casa, el gato posiblemente habría muerto de hambre o de frio, mi cabeza estaba muy confundida….

 

Alicia…¿por qué, Alicia….. por qué?

 

Compré el pan en La Piña y seguí bajando hasta casi la estación, saqué la llave, como siempre en el bolsillo equivocado, abrí y subí por las escaleras, como sin querer llegar. Desde el segundo piso sentí  a Zruspas, llamándome poseído de una extraña mezcla de emoción, alegría y seguramente hambre.

 

Ron, ron. Ron, ron.

Mi gato me ronronea,

Sé que ha perdido algo,

Quizás mi ovillo

en la azotea.

 

Alicia. 1976-2004.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo octavo.

Sé que estás ahí, el Libro está en tus manos, no puedes dejar de leerme, has caído en la Trampa, ya no puedes dejarme.

Comienzas a darte cuenta de que tu destino también está ligado a esta historia, pronto, quizás aprezcas tú mismo, tu personaje, porque sí.

Formas parte de esta Historia, todos formamos parte de Ella, queramos o no, pero no te preocupes, aunque aún no lo sepas, serás ´TÚ quien decida nuestro final.

Puedes dejarme, pero tarde o temprano volverás junto a mí, en donde me dejaste.

Tu Destino está cosido con Hilo Eterno a mi Destino, pronto lo sabrás.

 

 

 

 

 

 

Capítulo nueve.

“La crisis de Oriente Medio está llegando a su punto culminante, ayer un grupo armado entró ……..” la televisión olvidada, encendida en el salón, mientras me preparaba algo rápido para comer, una cerveza fría de lata, mientras la cafetera comenzaba a silbar y la estancia se inundaba de ese precioso aroma a café recién hecho.

Me había levantado tarde ¡y tan tarde! Estaban dando las noticias en el telediario y yo aún no me había ni tan siquiera quitado las legañas.

Aparté al gato del sofá y acerqué la mesita baja. Me quité las zapatillas…..

 

 

VOLVERÁ A CONTINUAR…. (Nota:  fechado en agosto del 2012..... El Libro completo está editado y publicado. 2014. )

 

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